La era digital ofrece a los investigadores la capacidad de ejecutar experimentos que no eran posibles anteriormente. Esto no sólo puede investigadores realizar experimentos masivos, sino que también pueden tomar ventaja de la naturaleza específica de los experimentos digitales para mejorar la validez, estimar la heterogeneidad de los efectos del tratamiento, y aislar mecanismos. Estos experimentos se pueden realizar en entornos totalmente digitales o el uso de dispositivos digitales en el mundo físico.
Como se muestra en el capítulo, estos experimentos pueden realizarse en asociación con compañías poderosas, o pueden ser realizados completamente por el investigador; no necesita trabajar en una gran compañía de tecnología para ejecutar un experimento digital. Si diseña su propio experimento, puede reducir su costo variable a cero, y puede usar las tres R -sustituir, refinar y reducir- para incorporar la ética en su diseño. El creciente poder de los investigadores para intervenir en las vidas de millones de personas significa que deberíamos tener un aumento correspondiente en nuestra atención al diseño de investigación ética. Con un gran poder viene una gran responsabilidad.